Arriba del todo mi firma a la izquierda y a continuación a su derecha el título Diario de un Nac Mac Feegle. Justo debajo pone blog personal. Todo ello en letras negras. Debajo de todo eso mi cabecera, alargada y estrecha, ocupa todo el ancho de la página: DIARIO DE UN NAC MAC FEEGLE escrito con la curva adecuada para que formen el símbólo del infinito. A su derecha una media luna que lo bordea. Colores verde, naranja y marrón claro. A la izquierda del todo y abajo una foto de mi cara dentro de un circulo en plan avatar, todo ello sobre fondo negro. Debajo de esta cabecera ya viene el texto en letras negras sobre fondo blanco. Abajo del texto en mayúsculas pone LEER COMPLETO EN y una mano que señala en la última fila de abajo soyaspieyque.com que está escrito con los colores de la cabecera y a su derecha el mismo infinito también de la cabecera. El texto central de la imagen dice: Sabéis lo que os digo ¿verdad? Si yo lo tengo colocado así, ¿por qué cojones me lo mueves? ¡No toques!, ¿por qué tocas? ¡Déjame las cosas como están “cagon” mi manto!, que si las he puesto así será por algo ¿no?

¡Que no me toquéis mis cosas!

Una de las cosas que más me enervan es encontrarme las cosas cambiadas de sitio. Lo tengo todo siempre perfectamente ordenado, la composición de lugar me tiene que producir una sensación agradable al contemplar la escena.

Suelo tener las cosas simétricas, alineadas, ordenadas por tamaños o colores dependiendo del objeto. Si en un lado pongo una cosa que es alta, en el otro lado tengo que poner otra que «pese» visualmente lo mismo o parecido. Si no queda muy descompensado y me crea mala sensación.

Es como pintar un cuadro. Si pensamos en las obras más clásicas, visualmente suelen estar perfectamente equilibradas. Esto me genera un pequeño problemilla… puedo estar media hora (literal) moviendo un objeto un milímetro hacia un lado, me alejo, observo la escena, no me quedo a gusto, me vuelvo a acercar, lo vuelvo a mover un milímetro hacia el otro lado… y así hasta que siento que sí, ahora sí que ya me produce una buena sensación, ahora ya está correcto.

Cada vez que tengo que limpiar, después se me puede ir la tarde recolocando cosas.

Me jode mil que no queden exactamente como estaban porque como estaban ya estaban bien, que para eso me había pasado la vez anterior 45 minutos moviéndolas milimétricamente. Esto tiene sus ventajas e inconvenientes.

La primera ventaja es obvia:

todo está siempre perfectamente ordenado, de forma visualmente agradable y a mano.

Una cosa importante para mí es que las cosas estén a mano, es decir, que para usarlas no tenga que abrir 1 cajón, quitar 3 libros y 4 cajas de encima y tener que andar enchufando cables. Si esto encima supone tener que hacer después el proceso inverso para guardarlo, entonces ni de coña lo uso. Me entra una sensación de pereza infinita que ya se puede quedar en el cajón eternamente que no lo usaré jamás. Las cosas siempre tienen que estar listas para ser usadas.

Esto incluye la dificultad de no tener cables tirados por el suelo del salón ni ese tipo de cosas. Me muero si veo un cable tirado por ahí a la vista pero, a la vez, el cable tiene que estar siempre en su sitio «puesto» y dispuesto para funcionar. Nada de quitar y poner.

Otra ventaja es que nunca pierdo nada ni acumulo porquerías. Siempre sé dónde está todo y… ¡ojito! porque puedo saber quién ha estado en mi despacho, en mi habitación, etc. simplemente porque un bolígrafo esté movido una milimicra de su lugar y posición habitual. Esto de niño a mi madre la traía loca. Siempre me enteraba cuando entraba en mi habitación, prometía no hacerlo, juraba que no lo hacía pero… yo me enteraba. Recuerdo que siempre me decía: pero, ¿cómo es posible que lo hayas sabido? así que papas y mamás, avisados estáis 😜

Desventajas tiene unas cuantas también.

Ayer estaba en el sofá y de repente, mirando la estantería de enfrente me entró una sensación horrorosa, un malestar y una angustia de la hostia. Las figuras que tengo allí no estaban bien ordenadas. La de la derecha del todo estaba como un poco adelantada respecto a las demás y encima algo torcida. Las de la izquierda estaban demasiado juntas una con la otra y no mantenían la misma distancia que había entre el resto. Total, como 15 minutos recolocando estuve.

Levanta del sofá, coloca, sienta, mira, vuelve a levantarte, vuelve a colocar, vuelve a sentarte, vuelve a mirar…y así hasta que la sensación que me producen sea aceptable. También os digo que a veces no consigo quedar a gusto del todo.

Ay de quien toque algo de mi mesa en el trabajo… ¿os acordáis del capitán Haddock de Tintín? pues una angelita de la caridad a mi lado. He tenido que trabajar mucho las distorsiones cognitivas para que no empiecen a caer rayos y centellas.

Lo que más me revienta es ir a coger algo y que no esté. Eso es que me repatea el hígado hasta el extremo. SIEMPRE tengo todo a mano, todo puesto y dispuesto para ser usado. Si en ese momento lo necesito y no está por tu puta culpa que te lo has llevado sin permiso… prepárate.

Ahora tengo yo que buscar una solución, perder tiempo, dejar lo que estaba haciendo, interrumpir mi trabajo, etc. porque a ti te haya salido del nabo coger algo mío y encima sin avisarme. ¡Ag! ¡MATAR, MATAR MATAR!. Distorsión cognitiva, STOP.

Creo, por experiencia, que existen dos tipos de autistas respecto a este tema en concreto: los ultra mega ordenados como yo y los absolutamente desordenados. No parece existir término medio. No tengo ni idea de por qué se produce ni el porqué de esta diferencia.

Quizá sea porque muchos son TDAH y yo por ejemplo no, quizá sea por las funciones ejecutivas que convierten en imposibles ciertas tareas…la verdad es que no lo sé. En lo que sí creo que la mayoría somos iguales es en lo de “no me cojas mis cosas sin mi permiso que me enciendo”.

Yo creo que tengo unos sentidos y una percepción tan potente que cualquier cosa ya sea visual, auditiva, olfativa, etc. me produce sensaciones extremas, tanto buenas como malas. Imagino que a todas las personas les tiene que parecer raro que un cuadro esté torcido, pero la sensación que me produce a mi debe ser multiplicada por un millón o más (como me gusta exagerar) en relación a lo que percibe un neurotípico.

No me gusta Gaudí por ejemplo, pero no es que no me guste, es que ver esas casas tan retorcidas me produce una angustia terrible. ¿Y los relojes de Dalí? ¿pero que mierda es esa? ¡Ay! os juro por dios que es verdadera angustia lo que siento cuando veo ese tipo de cosas. De Escher ya ni hablamos, hasta me mareo a veces cuando veo algún cuadro en concreto de los suyos, puedo llegar a sentir hasta nauseas. ¿Y la casa esa torcida que hay en Polonia? Me “cagon” mi vida ¡pero que cojones es eso! Me pone malo en serio, es una sensación horrible.

Así que papás, mamás, ya sabéis: ¡cortad bien la pizza coño!, no me hagáis porciones irregulares que nos produce angustia DE VERDAD. Una vez más no, no somos unos exagerados ni unos quejicas, simplemente nuestra percepción es infinitamente más poderosa que la vuestra.

¡Sed felices!

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