Arriba del todo mi firma a la izquierda y a continuación a su derecha el título Diario de un Nac Mac Feegle. Justo debajo pone blog personal. Todo ello en letras negras. Debajo de todo eso mi cabecera, alargada y estrecha, ocupa todo el ancho de la página: DIARIO DE UN NAC MAC FEEGLE escrito con la curva adecuada para que formen el símbólo del infinito. A su derecha una media luna que lo bordea. Colores verde, naranja y marrón claro. A la izquierda del todo y abajo una foto de mi cara dentro de un circulo en plan avatar, todo ello sobre fondo negro. Debajo de esta cabecera ya viene el texto en letras negras sobre fondo blanco. Abajo del texto en mayúsculas pone LEER COMPLETO EN y una mano que señala en la última fila de abajo soyaspieyque.com que está escrito con los colores de la cabecera y a su derecha el mismo infinito también de la cabecera. El texto central de la imagen dice: no, no lo predijeron, tranquilos 🤣 A veces somos un poco Homer, a veces un poco Lisa, a veces un poco Marge y otras incluso un poco Bart. ¿No me creéis? ¿Os lo cuento? ¡Venga va!, que hace mucho que no os caliento la oreja.

Los Simpson

Pues sí, a veces somos un poco “Homer” y necesitamos tirarnos en el sofá, encender la televisión y rascarnos la barriga todo el día mientras nos comemos unas rosquillas. Hay momentos en los que cualquier esfuerzo superior a ese nos resulta imposible de realizar. ¿Por qué?

Estamos en alerta continua. Salimos a la calle por la mañana, bien sea para estudiar o trabajar, y andamos por ahí como un perro de caza con las orejas tiesas. Los coches, el ruido, el humo, las personas que se nos acercan, los semáforos, cuidado al cruzar… alerta máxima, siempre en alerta. Percibimos absolutamente TODO. Nuestras queridas y amadas cabezotas, al contrario que la de los neurotípicos, no discriminan, captan todos los estímulos que hay en el ambiente.

¿Qué ocurre si ponemos de continuo un procesador en “overclocking”? ¿Si le exigimos al 100% todo el tiempo? ¿Y si forzamos el motor de un coche al máximo de su capacidad durante horas?, exacto, se calientan y si te pasas se queman.

Un ejemplo para entender bien esto que es algo muy, muy importante en la vida de un #autista:

Personas que NO sois autistas, imaginaos que suena el despertador a las 7 de la mañana. Os enfrentáis a un largo y duro día de trabajo o de clase, un día especialmente complicado por cosas imprevistas que os han ido surgiendo. Además, habéis discutido con un compañero por lo que sea o un jefe os ha tocado los cojones. Después al salir del trabajo ya quemados, tenéis que hacer la compra, ir a hacer algún recado, una extraescolar o incluso ir a recoger a vuestros hijos al colegio. De repente se ha ido el día, es de noche, estáis agotados y decís eso de: es la primera vez que me siento en todo el día. Y mañana vuelta a empezar.

¿Cómo os sentís? Agotados imagino, muy cansados y sin ganas de hacer nada más que tumbaros. Ahora bien, imaginad que el cerebro de un autista no discrimina, que percibimos TODO y estamos continuamente en tensión y en alerta, en cuanto salimos a la calle o incluso antes de salir, anticipando lo que nos espera fuera y todo lo que vamos a hacer a lo largo del día. Imaginaos que en lo que vuestro cerebro procesa 10 estímulos, el nuestro procesa 100 y sumadle, además la ansiedad de ciertas situaciones y el continuo estado de alerta en el que vivimos.

¿Cómo creéis que llegamos al final del día?, pues muchas veces no llegamos. Esa sensación de agotamiento que vosotros sentís al final del día, nosotros ya la tenemos a las 3 de la tarde. No podemos más.

¿Consecuencia?, hay veces que no tenemos fuerzas ni para hacer la comida. Nos tiramos en el sofá, encendemos la tele y comemos algo dulce, el cuerpo nos lo pide, la ansiedad lo reclama. Nos hacemos lo que viene siendo un “Homer” en toda la regla. Y de ahí probablemente no nos movamos más en todo el día, simplemente porque no podemos más.

Siempre habrá alguien alrededor tuyo para recordarte que eres un puto vago, que no haces nada y que no te quejes tanto que además vas a engordar.

¿Os sentís identificados? ¿Cuántas veces os ha pasado?

Lo peor de todo es que cuando somos jóvenes llegamos a creernos eso que nos dicen de que somos unos vagos. En realidad, es porque no tienen (ni siquiera nosotros mismos tenemos) ni idea de cómo SOMOS ni mucho menos de como funcionamos. Nunca nadie nos lo ha enseñado. Crecemos con ese sentimiento de culpa de que no valimos para nada y, además con la frustración de querer hacer lo que hacen los demás sin conseguirlo por mucho que nos esforcemos.

Este cansancio se acumula y si sigues forzando la maquinaria varios días, quemas el motor, entras en «shutdown» (apagado) y te tiras el fin de semana vegetando en la cama o en el sofá para recuperar. Aguantar una semana entera de clases o de trabajo es muy, muy, muy complicado, a veces una hazaña.

Necesitamos recargarnos, igual que los móviles (eso que llaman la teoría de las cucharas). Así que sí, somos un poco “Homer” pero, ¿sabéis que más somos?, pues también somos un poco Lisa. ¿Por qué?, pues porque solemos creer bastante en las cosas que son justas, como ella.

Nos suelen decir que somos los niños buenos de la clase (buenos de comportamiento no de calificaciones), como ella y, al igual que ella, también solemos tener hobbies peculiares. Lisa desgraciadamente no tiene muchos amigos y es bastante ingenua. Defensora de las causas perdidas producto de su gran empatía.

No, Lisa no es autista, pero nosotros llevamos dentro un poquita de esta Lisa. ¿No lo creéis? ¿Os suena algo de lo que os estoy contando?, o ¿sólo yo me siento identificado con todo esto?

Bueno y que me decís de Marge. Esa mujer que lo tiene todo mega hiper ordenado, todo brillante y reluciente, todas las cosas colocadas milimétricamente en su sitio. Esa mujer que cuando se le sale un pelo de su gran cabellera azul no puede evitar volver a colocarlo en el lugar exacto que le corresponde para que todo quede perfectamente equilibrado. Esa mujer que no puede dejar una tarea a medias sin terminar.

No, Marge tampoco es autista, pero hay algo de Marge en mí.

Y ¿Bart qué? Su paso por el colegio no parece agradable, vive situaciones que a muchos de nosotros desgraciadamente también nos han ocurrido y leo por aquí más habitualmente de lo que me gustaría.

Me queda Maggie, todo el día con el chupete y el peluche para calmarse, igual que nosotros con los “fidget toys” para canalizar nuestra ansiedad. ¡Aaaay! “Infinity cube” y mi pelota de estrujar… ¡cuánto os quiero!

Oye y ¿el abuelo?, yo también tengo algo del viejo señor Simpson. ¿Sabéis el qué? Se me olvidan las cosas, mucho, siempre, todo el rato. Es curioso porque mi memoria a largo plazo es extraordinaria e incluso fascinante diría yo y, sin embargo, cosas que me contaron ayer o la semana pasada se me olvidan por completo.

Y con esto y un bizcocho creo que hemos llegado al final.

También tengo cosas de Otto y de Tony el gordo, pero esas mejor las vamos a dejar para otro momento que luego en esta vida todo se sabe. Esa es otra historia y en otra ocasión será contada.

Simplemente quería que nos conocierais un poquito mejor. Y ya sabéis lo que digo siempre, no todos somos exactamente así, no todos somos iguales, pero estoy seguro que muchos os habréis visto muy reflejados.

Espero y deseo que esta historia utilizando a los Simpson como “MacGuffin” os haya gustado. 🖖

¡Sed Felices!

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