Arriba del todo mi firma a la izquierda y a continuación a su derecha el título Diario de un Nac Mac Feegle. Justo debajo pone blog personal. Todo ello en letras negras. Debajo de todo eso mi cabecera, alargada y estrecha, ocupa todo el ancho de la página: DIARIO DE UN NAC MAC FEEGLE escrito con la curva adecuada para que formen el símbólo del infinito. A su derecha una media luna que lo bordea. Colores verde, naranja y marrón claro. A la izquierda del todo y abajo una foto de mi cara dentro de un circulo en plan avatar, todo ello sobre fondo negro. Debajo de esta cabecera ya viene el texto en letras negras sobre fondo blanco. Abajo del texto en mayúsculas pone LEER COMPLETO EN y una mano que señala en la última fila de abajo soyaspieyque.com que está escrito con los colores de la cabecera y a su derecha el mismo infinito también de la cabecera. El texto central de la imagen dice: esta es en realidad la primera de la saga. Le pusieron un título que a mí me gusta mucho: "Una nueva esperanza". No digo "na" y lo digo "to". Mola ¿eh? ¡Comenzamos!

Star Wars: la rigidez mental IV

Ya tenemos claro que la ira lleva al odio, conocemos las consecuencias que tiene el “run run” interno, sabemos cómo se desencadena la tormenta, por qué se desencadena y creo que tenemos claro el punto en el que estamos. Además, sabemos también cuál sería el camino más sano.

Ahora, ¿qué es lo que queremos? detener el vendaval para que no se desencadene la tempestad. ¿Y eso cómo se hace? Lo primero que necesitamos es ser conscientes de que ha empezado a llover. A veces no nos damos cuenta que nos estamos mojando hasta que ya estamos empapados.

Tenemos que ponernos a cubierto en cuanto detectamos el primer trueno. ¿Cuál es ese punto exacto? Volvamos al ejemplo del coche en doble fila que me impide el paso: “es que me cago en…”, “es que la gente…”, “es que…” STOP. Ese es el momento en el que debemos parar: cuando nos ponemos como el Capitán Haddock de Tintín. Hay que detener esto al primer rayos y centellas.

Hay dos temas muy, muy, muy pero que muy importantes a tener en cuenta:

 El primero es que los pensamientos no se pueden parar. No podemos dejar de pensar. (¡PERO SI NOS ACABAS DE DECIR QUE PAREMOS!) sí, que paremos nosotros, no nuestros pensamientos.

Nuestras voces internas no se van a callar. Por ejemplo, no pienses en un elefante rosa. ¿Ves? no se puede dejar de pensar (este truco es muy viejo, lo sé). (¡ME ESTÁS LIANDO, NO ENTIENDO NADA! ENTONCES ¿CÓMO HAGO?). Tenemos que dejar de pelearnos con nuestros pensamientos.

Volvamos con la mosca. ¿Qué ocurría cuando sentíamos el zumbido en la oreja? que empezábamos a darle manotazos y perdíamos por completo nuestro objetivo principal, seguir estudiando. ¿Qué es lo que tenemos que hacer entonces cuando sentimos el primer zumbido? pues básicamente NADA.

Ahora sí que flipasteis del todo. ¿Cómo que nada?, pues sí, no tenéis que hacer nada, tenéis que seguir haciendo lo que estabais haciendo, estudiar. Sigue estudiando. Pero es que la mosca…SIGUE ESTUDIANDO. Pero el zumbido… SIGUE ESTUDIANDO, pero es que no puedo…SIGUE ESTUDIANDO, pero es… SIGUE ESTUDIANDO y deja a la mosca en paz.

Vamos con otro ejemplo: Imaginaos que estáis haciendo una operación mental sencilla, que se yo, sumando números. De repente os empieza a picar un pie, pero mucho. Ante este escenario tenemos dos opciones: Me rasco o no le hago caso al picor.

¿Qué ocurre si empiezo a rascarme?

y venga a rascarme y joder como me pica… a tomar por culo los cálculos que estábamos haciendo. Nos vamos a perder, vamos a hacer mal la suma.

Ahora imaginaos que sentimos el picor pero no le hacemos caso, seguimos a lo nuestro. El picor está ahí, lo notamos pero lo seguimos dejando estar ahí y pasamos de él, nosotros a lo nuestro, a seguir sumando números. ¿Qué pasará ahora?, pues que llegaremos a buen puerto. Suma correctamente terminada.

Ahora sustituid el picor del pie o el zumbido de la mosca por vuestros pensamientos.

Acordaos del ejemplo del coche en doble fila: “es que me cago en todo…”, “es que…”

¡ssssssssssh! ¡Eso son truenos, rayos y centellas! ¡cállate! y ponte a hacer lo que ibas a hacer. Ponte a buscar una salida y deja de pelearte con tus pensamientos. Es que no hay una salida. Muy bien, pues pon música y ponte a cantar pero deja de pelearte contigo mismo, simplemente pasa de las voces y ponte a hacer lo que sea que fueras, quieras o puedas hacer en ese momento.

Deja a la mosca que zumbe en paz que no te va a morder. ¡Ostras, pero esto es dificilísimo! ¡mi mente me hace caer en esos pensamientos una y otra vez!

Lo sé, llevamos años engordando a la bestia.

Uno de los problemas que nos genera la ansiedad, es que dejamos de vivir. Si estoy haciendo lo que sea y me pongo a pelearme con mis pensamientos, de repente el tiempo pasa y pasa y no hemos hecho lo que íbamos a hacer. Hay veces que tenemos tanta ansiedad que sólo podemos tirarnos en el sofá y encender la tele. La vida de un autista es eso que pasa entre cabreo y cabreo. Por eso es tan importante detener las distorsiones porque si no, simplemente no vivimos.

¿Cuántas veces os habéis pasado 3 días enteros con el “rucu rucu” y luego os habéis arrepentido porque no habéis hecho nada? Pues se trata de eso, simplemente de eso. No se trata de detener los pensamientos si no de ser capaces de seguir haciendo cosas aunque las voces sigan ahí. Se trata básicamente de vivir, cosa que hasta ahora, nuestra rigidez mental nos ha puesto muy difícil.

No lo consigo, las voces están ahí y no se callan. Lo sé, las primeras veces no lo vais a conseguir. Al principio, De cada diez veces que lo intentéis, sólo lo vais a conseguir una (y eso con suerte).

Os dije que íbamos a mirar a la ansiedad de tú a tú, a la cara, no le vamos a tener miedo. Primera herramienta:

Vamos a presentarnos. Aquí David, aquí mi ansiedad. Hola encantado de conocerte que tal. Vamos a darle forma. ¿Sabéis cómo me imagino yo mi ansiedad? como un yunque. Uno grande y pesado que me aprisiona el pecho y no me deja respirar. ¿Y vosotros? venga haced este ejercicio, intentadlo, darle forma a vuestra ansiedad. Puede ser lo que queráis, cuchillos, lanzas, martillos…

Bien, ¿lo tenemos?, ¿ya?, ahora volvamos a la situación estresante, la del coche en doble fila: “ES QUE ME CAGO EN…” trueno, distorsión, ¡ojo! ¿qué era lo que iba a hacer yo? ¿pasar por el otro carril? pues voy a ello. Sí, pero las voces siguen ahí. Muy bien, dales forma, recuérdalo, ¿qué forma habéis elegido? yo cojo mi ansiedad, mi yunque, me lo imagino, lo pongo en mi hombro, lo miro y le digo: tú te vienes conmigo. Tú y yo vamos a hacer muchas cosas juntos. A partir de ahora somos colegas inseparables, para toda la vida.

Nuestros pensamientos son el yunque. No hay que tenerles miedo, sólo es una sensación, está ahí, como el frío cuando te metes a la piscina en verano, o el picor del pie, una sensación nada más. Está ahí, la conocemos, la identificamos, ahora la podemos ver, la ponemos sobre nuestro hombro y adelante, viento en popa a toda vela. Es nuestra amiga, no nos va a hacer daño.

Al final sólo se trata de eso, de encontrar la forma de seguir viviendo sin que nuestra ansiedad nos lo impida.

Os dije que había que tener en cuenta dos cosas muy importantes, la primera ya la hemos visto: no podemos dejar de pensar, tenemos que darles forma a nuestros pensamientos y llevárnoslos con nosotros. Ahora vamos a por la segunda cosa, pero eso será ya en el próximo capítulo.

To be continued…

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