Arriba del todo mi firma a la izquierda y a continuación a su derecha el título Diario de un Nac Mac Feegle. Justo debajo pone blog personal. Todo ello en letras negras. Debajo de todo eso mi cabecera, alargada y estrecha, ocupa todo el ancho de la página: DIARIO DE UN NAC MAC FEEGLE escrito con la curva adecuada para que formen el símbólo del infinito. A su derecha una media luna que lo bordea. Colores verde, naranja y marrón claro. A la izquierda del todo y abajo una foto de mi cara dentro de un circulo en plan avatar, todo ello sobre fondo negro. Debajo de esta cabecera ya viene el texto en letras negras sobre fondo blanco. Abajo del texto en mayúsculas pone LEER COMPLETO EN y una mano que señala en la última fila de abajo soyaspieyque.com que está escrito con los colores de la cabecera y a su derecha el mismo infinito también de la cabecera. El texto central de la imagen dice: Hoy os voy a presentar uno de mis mayores súper poderes y, a la vez, uno de mis mayores problemas. Vivir en un mundo diseñado para la pobre percepción neurotípica, tiene sus dificultades. Capítulo IV: el olfato

Hipersensibilidad IV

Voy a empezar diciendo lo mismo que sobre los otros sentidos que os he comentado, lo tengo «amplificado» o, como dicen los de la casa de Gran Hermano: “es que aquí dentro todo se magnifica”.

El inconveniente principal que me causa la hipersensiblidad olfativa es lo extremadamente desagradables que me resultan los mismos olores que a los demás les parecen un poquito molestos.

Vamos con unos ejemplos:

Una vez vomité en el baño del trabajo porque alguien tuvo la brillante idea de tirar por el lavabo leche podrida. Tuvo que ir mi compañera detrás a echar lejía. A ella también le molestaba el olor, pero lo podía soportar perfectamente.

Cuando voy por los pasillos de alguna gran superficie y me acerco a la charcutería, empiezo a notar el asquerosamente desagradable (para mí, claro) olor a queso. Tengo que dejar de respirar y salir de ahí rápido porque me dan nauseas.

Me he dado cuenta recientemente que cuando voy por la calle respiro de forma intermitente. Hay muchos tramos y ratos del trayecto que aguanto la respiración, lo hago de forma inconsciente, vete tú a saber si lo llevo haciendo toda la vida sin darme cuenta. ¿Por qué? por el humo de los coches.

Un día hace un par de navidades me empecé a encontrar mal en la calle, no podía respirar, no sabía que me pasaba, sólo sabía que no podía. El resto como siempre me dijeron que era un exagerado, que no notaban nada raro en el ambiente, que estaba todo igual que siempre. Cuando llegué a casa, vi en las noticias que acababan de dar la alerta máxima por contaminación del aire, estaban empezando con los baldeos en las calles y pedían que no se usara el coche si no era indispensable.

Imaginaos la cantidad de mierda que os estáis tragando sin daros cuenta de nada. Yo me doy cuenta de todo y percibo el daño que hace.

Otra cosa absolutamente horrible para mi es el humo del tabaco. Puede ir una persona 20 o 30 metros delante de mí por la acera y no puedo, tengo que cambiar, no puedo respirar, es imposible. Habitualmente meto la cabeza bajo el cuello de la camiseta para dar una bocanada.

Si yo lo huelo, a vosotros también os llega y os lo tragáis igualmente sin ser conscientes de ello.

Cerrar la ventana de mi casa porque estoy en el salón y de repente no puedo respirar porque huele a tabaco también es algo habitual. Ni veo al que fuma ni sé de dónde viene, supongo que de alguien que está fumando en su ventana.

Que no seáis capaces de percibirlo no quiere decir que no os llegue, os lo estáis tragando sin saberlo.

Una cosa que se convierte en un verdadero problema es hacer cola en el transporte público. La gente fuma en el andén Lo paso verdaderamente mal si el de delante o el de detrás se ponen a fumar, incluso alguien que esté más lejos.

Ahora me veo obligado a ir por la carretera muy a menudo porque las terrazas de los bares han invadido las aceras y, como está prohibido fumar en ellas, todo el mundo lo hace en el espacio de metro y medio obligatorio que está destinado para el paso de los peatones.

Delante de mi portal tengo una terraza, cuando llueve se meten a fumar en mi propio portal, tengo que aguantar la respiración para hacer algo tan simple como entrar o salir de mi casa o bajar a tirar la basura.

Si estoy con un grupo de amigos y alguien se pone a fumar, cuando llego a casa me dan ganas de incinerar la ropa, tengo que ir directo para la ducha porque me huele el pelo que apesta.

Como os decía, no lo percibís, pero os los tragáis todo igual que yo.

Me pueden dar ataques de tos muy fuertes, notar que me ahogo y me falta el aire si es por contaminación como la de los coches o el tabaco, o náuseas y vómitos si es por algún olor desagradable.

Llevo toda la vida escuchando que soy un quejica, que no será para tanto y que me aguante, a pesar de pedir por favor en numerosas ocasiones que no abran un bote de queso de untar de ese que huele que apesta delante de mí, pero claro, no lo van a dejar de hacer por mi culpa ¿no? ¿Qué nos importa que otra persona lo esté pasando mal verdad? ¡Qué se joda! No van a hacer el grandísimo esfuerzo de esperar a que yo me haya ido para abrirlo. Que sacrifico más grande sería esperar cinco minutos.

Si no es para tanto, ¡bah!, te quejas por nada, no te va pasar nada por aguantar un rato, siempre estás igual. ¿Os suena? Que agradable todo ¿verdad? Cuánta comprensión mientras yo corro a vomitar al baño por las náuseas que me provoca el olor, lleno de rabia e impotencia sintiéndome una vez más agredido.

Porque sí, así es como nos sentimos cuando algo nos está haciendo mucho daño y os pedimos por favor que paréis, agredidos, como si te estuvieran pegando, te sujetaran por las muñecas para que no puedas defenderte y cuando suplicas que paren siguen y siguen y encima te dicen a la cara que no es para tanto, que no te quejes, que no te están haciendo nada, que te aguantes, y que, además, van a seguir haciéndolo siempre que quieran.

¿Os suena esta sensación? ¿La conocéis? Pues así nos sentimos una y otra vez, cada día de nuestras vidas preguntándonos por qué, pensando que no es justo. Por qué tenemos que pasar por esto. Encima nos hacen sentir culpables por no ser capaces de aguantarlo como hacen los demás. Nos hacen sentir que estamos «rotos», mal hechos, que estamos estropeados y no somos válidos.

La culpa una vez más, es nuestra, por no tener un olfato de mierda totalmente atrofiado incapaz de percibir nada, como el que tienen ellos. A seguir construyendo ciudades llenas de contaminación que destrozan al resto de seres vivos de este planeta, simplemente porque sus sentidos son tan malos que no son capaces de percibirlo y, como ellos no notan la molestia, el resto que se jodan.

Entrar en un baño público es infernal, tengo que aguantar el vómito, una hoguera me impide respirar, estar cocinando una coliflor me da náuseas… Se me olvidó una vez fruta en la bolsa de la basura de casa sin tirar, me fui de vacaciones y cuando volví a los 15 días vomité en cuanto abrí el cubo.

Ir a un espectáculo público como el fútbol se me hace imposible. He dejado de ir porque tenía a una persona delante echándome el humo del tabaco en la cara durante 2 horas seguidas sin parar. En conciertos al menos me puedo mover e ir cambiando de sitio cuando lo necesito.

Hay perfumes muy desagradables que me repelen y me impiden acercarme a alguien, el típico olor a laca de peluquería de señora hace que me ponga de todos los colores y así mil y una cosas más.

Simplemente pensad, que si algún olor os resulta molesto o lo notáis un poco fuerte, a mí me destroza, me impide respirar, me ahoga o me da náuseas, pero como también os conté en el primer hilo sobre el oído, no todo es malo:

Oler una flor es algo maravilloso, un perfume que me guste me lleva al éxtasis, la aromaterapia es algo extraordinario y maravilloso para mí, el olor de los jabones, de la comida recién hecha… uf eso me hace levitar. Lo percibo con una claridad extrema, sintiendo un placer muchas veces que no se puede describir con palabras.

Lo único que noto y me parece peculiar y, sobre esto os quiero preguntar, es que un olor maravilloso lo percibo de forma muy, muy intensa, pero durante un leve y muy corto período de tiempo. Al minuto o menos ya me he acostumbrado y ya no lo noto. Desconozco si esto es común, si nos pasa a todas las personas o qué.

El ambientador de mi despacho lo huele todo el mundo menos yo que sólo tengo el recuerdo del primer día, el típico deshumificador o como se llame que le echas aceite aromático y funciona durante horas, sólo lo percibo al principio y luego ya como si nada salvo que me acerque a él y aspire fuerte.

Mi casa todo el mundo cuando entra dice lo bien que huele y yo ni me acuerdo ya de los “Mikados” estos que tengo puestos, ni los noto. Es una pena la verdad porque algunos olores me resultan casi orgásmicos.

¿Os ocurre esto también? Yo ya no sé lo que es normal y lo que no. Tanto tiempo diciéndonos que todo lo vemos, oímos, sentimos, etc. está mal que ahora, ¿cómo lo voy a saber?

Se me olvidaba contaros que hace un rato estaba en la terraza de un bar con amigos y de repente… snif, snif… calamares. Me miraron como si estuviera loco. Al poco tiempo salió la cocinera con pinchos de calamares para poner en las vitrinas.

Creo que debería hacerme catador de vinos, sería bueno seguro.

Y nada, que habrá que ir concluyendo que vaya turra os he metido hoy. Espero os haya gustado y que al menos a alguien le haya servido de algo leerlo.

¡Sed felices!

2 comentarios en “Hipersensibilidad IV”

  1. Hablando de olores, nunca lo he dicho a nadie pero para mi el invierno tiene un olor característico que aún no sé que lo provoca. Me explico: cuando llega el frío y me encuentro en un sitio interior y de pronto llega gente del exterior, acarrean consigo mismos un olor penetrante que me causa picor en la nariz y que solo huelo durante esa época del año. Te pasa?

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